Violencias

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En plural, sí, porque la violencia de género no es solo una. Cuando pensamos en la palabra, inmediatamente nos viene a la cabeza la violencia física, el maltrato, y nos vemos muy lejos de ser posibles víctimas. Conocemos las banderas rojas que nos advierten de que una relación tóxica puede acabar mal parada, y nos dan las claves para identificar un posible maltratador preparando el terreno.  Pero, ¿realmente somos tan conscientes de la violencia psicológica? Digamos que es la antesala a la violencia física, pero también nos quedamos siempre en la superficie de la teoría. Insultos, vejaciones, humillaciones en público… Sí, eso es violencia psicológica. Pero que te diga que no salgas esa noche porque te necesita, o te insinúe que esa ropa que llevas no es la más apropiada, o te chantajee para hacer algo que no quieres, también es violencia psicológica (incluso sexual), y no lo vemos tan fácilmente. No cuando lo vivimos en nuestras propias carnes. No, porque no podemos creer que la persona a la que tanto queremos y que tanto nos quiere, pueda estar ejerciendo una palabra tan fea como violencia.

Pues, violencias las hay en todas partes, y cuando se trata de las mujeres, se multiplican considerablemente. Violencia es que no quiera que trabajes para que te quedes en casa cuidando a vuestra familia (violencia económica); violencia es que te llame constantemente para saber dónde estás (violencia psicológica); violencia es que te convenza de no usar preservativo porque le aprieta (violencia sexual); violencia es que te llame “loca” o se lo llame a todas sus ex para sacarte del saco y decirte que tú eres diferente.

Un momento, pero la violencia de género no solo se da en el ámbito de la pareja. Las violencias hacia las mujeres se manifiestan también desde las instituciones, la publicidad, la sociedad, el ámbito familiar, la maldita tradición que todo lo justifica y blanquea, etc, etc, etc. Violencia es que no te contraten por ser mujer y madre en potencia; violencia es que cobres menos que tu compañero hombre (brecha salarial); violencia es que no consigas acceder a puestos de poder aun teniendo igual o mejor formación que otros candidatos masculinos (techo de cristal). Violencia es el acoso callejero y en redes sociales.

Violencia también es todo aquello que se mueve en el espectro de los “micromachismos”, una palabra que para nada define la gravedad del asunto, la gravedad de la violencia. Porque sí, porque ejercemos violencia de mil maneras diferentes y porque el lenguaje es un gran aliado para llevarlas a cabo. Y la excusa de “siempre se ha dicho así” ya no es válida en una sociedad que avanza tan rápido.

Porque la violencia la sufrimos desde que nacemos y nos agujerean las orejas para diferenciarnos de lo masculino (violencia simbólica). Desde que nos visten de determinada manera y nos asignan determinados roles de género bien marcados y diferenciadores, porque las mujeres somos delicadas, sumisas y, sobre todo, y por encima de todo, debemos ser guapas (violencia estética). Este es nuestro bien más preciado. La premisa que nos hace válidas ante la sociedad. El objetivo que debemos alcanzar desde bien pequeñitas. La aprobación del resto de miradas, sin importar la de una misma.

Nos educan en el miedo a no encajar, a no ser suficientes, mientras que a los hombres se les educa en la despreocupación. Ojo, que ellos tampoco quedan libres de violencias, pues les toca prepararse para ser el opresor: hombres violentos, que no pueden permitirse expresar sus sentimientos, que deben posicionarse lo más alejado de la definición de “feminidad” para ser aceptados en el círculo de máximo privilegio, la masculinidad hegemónica. Pero esta masculinidad solo genera adultos insatisfechos, agresivos y con una masculinidad tóxica y muy frágil.

Violencias. Madre mía con las violencias. Da para un libro. Da para muchísimas reflexiones. Para argumentar y contraargumentar durante muchas reuniones y cenas familiares. Para denunciar cada uno de estas actuaciones de “macromachismos” (llamemos las cosas por su nombre más justo), cada vez que las identifiquemos. Da para tomar conciencia y dejar de mirar para otro lado. Para entender que todos y todas somos parte del problema, pero también parte de la solución.

Lo que entendemos por violencia de género es solo la punta del iceberg. Hasta llegar a las violaciones y los feminicidios, hay toda una estructura de poder que permite que se ejerzan múltiples violencias casi invisibles que van preparando la escena a las VIOLENCIAS en mayúscula.

En nuestra localidad, cada día hay más concienciación de todas estas afiladas aristas. Buena cuenta de ello es el amplio programa de actividades del Ayuntamiento de Marbella durante el mes de noviembre en torno a la celebración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de noviembre), propuesta articulada sobre el lema Contra la violencia de género, todas las mujeres, todos los derechos, todos los días, “porque queremos concienciar y sensibilizar a la población sobre la necesidad de luchar unidos y de forma permanente frente a esta terrible lacra social”, en palabras de la concejala de Derechos Sociales, Isabel Cintado.

Una vez más, mi pueblo adoptivo me da la oportunidad de formar parte de esta necesaria visibilización y reivindicación. Tengo el honor de darle cierre al programa de actividades los próximos 29 y 30 de noviembre, a partir de las 19.00 horas en el Centro Cultural San Pedro y en el Cortijo Miraflores, respectivamente, con dos conferencias en las que hablaré de todas las violencias que el tiempo me permita y presentaré mi próximo libro, una guía ilustrada sobre feminismo, micromachismos y mitos que hay que derrumbar para alcanzar la sociedad igualitaria que nos merecemos. Os invito a tumbarlas juntos y juntas. Os invito a hacer de San Pedro y Marbella un paraíso libre de violencias.

 

Pilar Mármol, Question Femenina @questionfemenina