La Costa del Sol siempre ha destacado por acoger con los brazos abiertos a personas de todos los lugares del planeta, aunque, por desgracia, eso ha significado a veces tener como vecinos a mafiosos, traficantes de armas, delincuentes de guante blanco… y nazis fascistas. Como Otto Ernst Remer, el belga León Degrelle, Wolfgang Jugler, Fredrik Jensen, Herbert Schaefer, etc. Siempre es bueno conocer a los vecinos que hemos tenido cerca y Marbella Actualidad ha querido rememorar el papel que hizo la Costa del Sol de refugio-santuario y conocer un poco mejor a esos antiguos nazis que optaron por nuestra tierra para rehacer sus vidas tras la Segunda Guerra Mundial. Y por eso ha puesto el foco en los dos más destacados: el general de la Guardia Otto Ernst Remer, que tuvo un papel muy importante en abortar un golpe de estado que dieron unos militares antinazis contra Hitler; y el general de las Waffen SS León Degrelle, un belga negacionista muy apreciado por el dictador nazi como si fuera su propio hijo.
OTTO REMER
Cuando a finales de abril de 1945 el general de 32 años Otto Remer cruzó en calzoncillos las frías aguas del río Elba sabía perfectamente que la guerra estaba perdida. Por eso prefirió perder su dignidad y atravesar el cauce para rendirse a los soldados norteamericanos que luchar hasta el final contra los rusos, como había mandado su amado Adolf Hitler y pasar, en el mejor de los casos, diez años de trabajos forzados en Siberia o el Caúcaso. La decisión de Otto Remer hace 72 años de menoscabar su dignidad le llevó en última instancia a convertirse en uno de los vecinos más notorios e indeseables de Marbella, donde murió hace dos décadas de manera apacible tras vivir varios años con su esposa en un pequeño chalet de Elviria.
Remer nació en 1912, uniéndose con veinte años al ejército alemán. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial ya era teniente primero y participó en las campañas de Polonia, los Balcanes y Rusia comandando un batallón de granaderos acorazados en la unidad de élite División Grossdeutchsland. Fue condecorado con la Cruz de Caballero con Hojas de Roble tras luchar en las batallas de Jarkov, Kursk y Krivoi Rog. Ademas, obtuvo el emblema dorado de herido en batalla (por ocho ocasiones en que fue alcanzado en acción) y la insignia de plata Nahkampf (por 48 participaciones en combates cuerpo a cuerpo).
Golpe de Estado
Tras ser herido de nuevo en marzo de 1944, Remer asumió el mando del batallón de la Guardia Gran Alemania (Grossdeutchsland) encargada de la vigilancia en Berlín. Y allí fue protagonista de una de las historias más trágicas de la Segunda Guerra Mundial porque tuvo un papel determinante en abortar el golpe de estado que el 20 de julio de ese año dio un grupo de militares antinazis contra Hitler. Los sublevados estallaron una bomba en una sala donde estaba Hitler pero apenas lo hirieron levemente. Mientras en Francia, Berlín y otros lugares ocupados por los alemanes los nazis eran detenidos por el grupo de militares sublevados, Remer fue encargado por el propio Hitler de que detuviera a los implicados. Y lo hizo con firmeza y eficiencia. El complot se saldó a la larga con cientos de militares sublevados fusilados y ahorcados, mientras que Remer fue ascendido a general y asumió el mando de una brigada de élite con la que luchó con poca fortuna en la batalla de las Ardenas y en el frente Oriental. En los últimos días de la guerra, a finales de abril de 1945 decidió escapar al lado norteamericano para rendirse, cruzando el Elba en calzoncillos y penando un año de cárcel como prisionero de guerra antes de ser liberado.
Pronazi
Remer fue un incorregible pronazi toda su vida. En los inicios de los 50 creó un partido político fascista y por ello, en 1952 el canciller alemán Adenauer lo prohibió. Remer decidió poner tierra de por medio y se exilió durante varios años a Siria y Egipto, donde se dedicó como asesor militar a perfeccionar varios ejércitos en Oriente Medio.
Pero el incorregible ex general nazi echaba mucho de menos su tierra. Y en los años 80 tenemos a Remer de vuelta en Alemania, dedicado a publicar artículos en los que negaba la existencia del Holocausto. Un delito penado en Alemania pero que no está reconocido como tal en España. Así que cuando la justicia alemana quiso actuar sobre él, el ex general de la Guardia de Hitler escapó con su esposa en 1994 a nuestra Costa del Sol. Ya estaba enfermo y pasó gran parte de los tres años que le quedaban de vida enganchado a una bombona de oxigeno en su pequeño chalet de Elviria, donde murió el 4 de octubre de 1997.
LEÓN DEGRELLE
“Si tuviese un hijo me gustaría que fuese como usted”. Este es el elogio que una de las personas más repugnantes que ha pisado la Tierra, Adolf Hitler, dedicó a otro de nuestros residentes nazis de la Costa del Sol: León Degrelle. El sentimiento fue recíproco porque el oficial belga de las Waffen SS mostró hasta el día de su muerte, en la Clínica San Antonio de Málaga en 1994, la mayor admiración por el dictador nazi.
León Degrelle fue el creador del partido político belga fascista Rex. Con lo que, tras la ocupación del país por los ejércitos nazis en 1940, pronto ofreció toda su colaboración a los invasores alemanes. Cuando Hitler decidió atacar Rusia, se dedicó a reclutar los componentes de la Legión Valonia, un regimiento formado por belgas y flamencos, perteneciente a las Waffen SS y con el que participó en algunos de los combates más sangrientos de la Segunda Guerra Mundial como fueron los de Cherkassy y Estonia. Fue condecorado personalmente por Hitler con la Cruz de Caballero con Hojas de Roble y ascendido, en los últimos días de la guerra, a general de brigada de las SS.
Precisamente en Mayo de 1945, cuando apenas quedaban horas para la rendición alemana, Degrelle escapó desde el norte de Alemania hacia Noruega, sabedor de que las autoridades belgas querían capturarle y ejecutarle por traidor. En Oslo se incautó de un avión de combate con el que cruzó media Europa hasta estrellarse, sin combustible en la playa de la Concha de San Sebastián. Herido de gravedad, recibió todo el apoyo del régimen franquista, que se resistió durante años a las presiones internacionales para entregar al líder fascista belga.
Mientras en Bélgica los líderes del partido Rex eran ejecutados y los ocho hijos de Degrelle separados y cambiados de nombre, León tuvo que vivir escondido en Madrid, cambiando su nombre por el de José León Ramírez Reina y trasladándose a Constantina (Sevilla) donde se convirtió en un exitoso empresario de la construcción. Irónicamente, hizo bastante dinero tras hacerse con varios contratos para la edificación de las bases aéreas norteamericanas en España durante la Guerra Fría.
Degrelle fue un convencido negacionista del Holocausto hasta su muerte y nunca se arrepintió de su posicionamiento a favor de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial luchando contra el comunismo. En España fue convertido por muchos falangistas y neonazis en un icono, recibiendo homenajes hasta el día de su muerte en 1994 en Málaga, tras pasar sus últimos años de vida viviendo en Benalmádena.
* Reportaje publicado en el periódico impreso Marbella Actualidad en el mes de septiembre.