Boho Club conquista todo un universo de paladares con su menú de verano

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Tarta de limón y merengue, con tira de limón, cítricos, hierbabuena y helado

El chef Diego del Río despliega una propuesta repleta de delicias para convertir a Marbella en referente 

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En la Milla de Oro de Marbella no sólo hay postureo, hay mucha verdad. Y las verdades se demuestran a base de conquistas. Así lo ha hecho con los paladares y los gustos Boho Club Marbella y el equipo del chef Diego del Río. Con un menú degustación de verano que no deja un resquicio a la duda, que completa un ciclo de sabores y sensaciones único; y que te deja con muchas ganas de repetir. Sobra decir que la atención y el servicio, tan exquisito como los platos, ayuda a que los comensales se sientan como en casa, percibiendo con todos los sentidos el poderío de sus sugerencias. Desde las precisas explicaciones de recetas y presentaciones, hasta el sabor más explosivo, pasando por la textura más suave o el impacto visual más asombroso.

El entorno del Hotel Resort Boho Club de Marbella te invita a degustar cualquiera de sus propuestas, tanto en la terraza exterior, como en el interior; con aire regenerado por potentes máquinas. También se pueden trasladar las sugerencias más deliciosas al formato picnic, en los espacios de piscina y panorámicos con vistas al Mediterráneo. Y con una decoración y un equipamiento al alcance de muy pocos en la Costa del Sol.

El recorrido no puede empezar de forma más malagueña, con una panera con tres tipos diferentes de panes, todos marcados por una extraordinaria ternura, y una pizca de aceite Hojiblanca, con la seña propia de la bandera antequerana.

De las ostras a la sopa de maíz; para derretirse ante una croqueta semilíquida, un pulpo en tempura o un tartar de solomillo

Cada preparación del servicio, con cubiertos, decoración de mesa y menaje adecuado para cada plato; anunciaba una nueva sorpresa que se desenvolvía en la boca. La primera, una ostra con salsa de mango, punto de chile y cilantro. El matiz afrodisiaco ya estaba presente junto a la primera propuesta de maridaje, vino blanco Verdejo. Todo, para llegar a una croqueta semilíquida con carabinero y mojo de aguacate, que se combinaban a la perfección en una cascada de sabores en segundos. La sorpresa aumentaba su magnitud cuando el maíz entraban en acción, pero como colofón a una sopa de este grano tan desconocido aún; que contaba con un acompañamiento espectacular de verduras encurtidas.

Uno de los actores principales entraba en acción, el tartar de solomillo, presentado con unas tostas y patatas fritas cortadas con mimo; y que invitaban a la fiesta a una nieve de parmesano y varias láminas de champiñón. La cocina más malagueña se abría paso a una serie de propuestas difíciles de rechazar. El maridaje cambiaba el tercio a un vino blanco Albariño, para acompañar a una pieza de pulpo en tempura; esa que logra el punto ideal entre el cocido y el frito, y que cruje en la boca de forma chisporroteante con tres texturas de maíz, brotes de cilantro y manzana.

Remírez de Ganuza abre paso a una recta final espectacular

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El tercer vino blanco de la velada abre la puerta a la séptima degustación, corvina con pastas y algas. ¡¿Cómo puede el pescado tener un auténtico sabor a mar, con el punto ideal de calidez para deshacerse en la boca?! La única explicación es preparar una antesala para un vino tinto, con un punto de frescura ideal para el verano costasoleño a mediodía; Malbec de Ronda. El único en su especie en toda Andalucía, para mezclarse con una presa ibérica que remataba el ciclo de sabores, gracias a un puré de mostaza y una pera confitada que se resbalaba entre las vetas. Un delirio.

El toque dulce lo protagonizaron la tarta de limón y el merengue, a modo de bocado, que agrietaba el paladar con cítricos, helado italiano y hierbabuena. Y si este tipo de acuerdos con la vida, las sensaciones y la gastronomía más seria ha de firmarse de algún modo, debe ser con un algo original y creativo. Qué mejor que con un vino moscatel Jorge Ordóñez, el único en su especie que decidió ser menos maduro en su uva y fermentación, y presentar un nuevo sabor a los comensales. Una de esas sorpresas que la vida, el verano mediterráneo y costasoleño te deparan en lugares tan especiales e inigualables como Boho Club en Marbella.

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