Hemos hablado con el arqueólogo Salvador Bravo para conocer mejor este increíble enclave
Los tesoros de plata hallados en Cerro Colorado demuestran la importancia de este antiguo castillo (oppidum) que controló durante cientos de años la región desde lo alto del valle del Guadaiza.
Este enclave es el paradigma de cómo actúan las administraciones ante un yacimiento arqueológico. En 1996 las obras para construir la autopista del Mediterráneo pusieron al descubierto los restos de este castillo (oppidum) de origen Íbero y Púnico. Se tuvo que rediseñar el trazado de la vía para respetar los restos arqueológicos. Que fueron severamente violentados tres años después, en 1999, cuando se desmochó la cima del cerro para hacer una promoción urbanística.
De este modo, el cerro perdió cinco metros de altura, e incalculables restos del castillo y sólo la actuación de los activistas de Cilniana pudo detener este crimen patrimonial. Hubo que esperar hasta 2004 para que la Junta de Andalucía decidiera actuar y un equipo de arqueólogos se desplazó para excavar Cerro Colorado con objeto de delimitar su recinto y encontrar restos que pudieran permitir datarlo y conocerlo mejor.
Tesoro oculto
Y encontraron todo un tesoro oculto. “Ha sido el hallazgo más increíble que he hecho en 20 años de profesión”, cuenta Salvador Bravo, director de las excavaciones que se llevaron a cabo entonces. Este experto doctor en Historia Antigua sonríe al recordar cuando uno de sus ayudantes, limpiando con cuidado el suelo del yacimiento encontró los restos de una orza, especie de vasija, llena de monedas de plata, torques, anillos, collares, etc. “Y luego descubrimos otra, que estaba también llena de objetos de plata. Y una tercera. Fue un descubrimiento asombroso”. Bravo explica que es el clásico tesoro de ocultamiento. De manual: alguien escondió todos esos objetos de plata en las orzas para que no cayeran en manos de un hipotético agresor y quedaron enterradas algo más de dos mil años.
Además, se encontraron restos de armas, una lanza y una daga, y otros utensilios que testimonian que este yacimiento, que estuvo habitado desde el siglo IV al I antes de Cristo, acogía una guarnición militar. Dada su posición estratégica controlaba la región entre la actual Estepona y Marbella. “Fue en el siglo I antes de Cristo cuando se despobló, coincidiendo con la construcción del castillo romano de Marbella. Así que es posible que la guarnición de Cerro Colorado se trasladara al oppidum marbellí”, apunta Bravo.
Publicación ilustrada sobre Cerro Colorado
Actualmente, con objeto de divulgar el conocimiento de este yacimiento de nuestro pasado entre los actuales habitantes de Marbella, el Ayuntamiento ha encargado a los arqueólogos Salvador Bravo y Miguel Vila la elaboración de una publicación ilustrada. El libro constará de una introducción sobre el entorno del asentamiento durante la época prerromana. A continuación se explicarán las vicisitudes del yacimiento, desde su descubrimiento hasta que se llevaron a cabo las excavaciones. El tercer bloque se centrará en los trabajos acometidos en los años 2004 y 2005, el cuarto en las características del poblado y el quinto en el hallazgo del tesoro de Cerro Colorado.
Francisco Javier Moreno, historiador y arqueólogo de Marbella
Patrimonio perdido: el Arqueológico
«Son hechos consumados, la mayoría impunes. Se guardan en ese almacén de la memoria donde van todas las vergüenzas. Porque cada pueblo tiene su colección, de las que casi nadie habla por eso de la corrección política que es la más canalla de las censuras. Todo con el fin de la exaltación de las glorias marbellenses, esas que nos hacen sentir orgullo de pueblo cada día que despertamos.
Hablamos de nuestro patrimonio histórico perdido, tan desconocido como oculto. Del que no podemos saber su dimensión más que por una aproximación a los rastros dejados. Los crímenes se perpetraron de muy diversas formas. Nos referimos al expolio del patrimonio histórico en la más amplia de sus acepciones. Del patrimonio arqueológico al documental, del artístico al monumental, Desmanes que en algunos casos llegaron a los tribunales. Otros quedaron en denuncias administrativas, denuncias públicas. Y muchos, la mayoría, en pistas que por el tiempo pasado, cuando ni existía la legislación patrimonial, quedaron en testimonio gráfico u oral.
Cilniana
Ahora no se denuncia como antes aunque de vez en cuando alguien levanta la voz con la indignación de antaño, me reconforta cuando lo hace Cilniana, me recuerda a los buenos tiempos, quizás porque no haya tanto que denunciar, tal vez porque vivimos en momentos de conformismo y resignación, aderezado en ocasiones de connivencia que baja el tono de muchas voces, acaso porque el cansancio ha hecho mella en muchos de los luchadores en defensa del patrimonio. Gracias a esa perseverante lucha de años atrás se pudo salvar poco o mucho dependiendo de la percepción de cada uno.
Gestión municipal en la materia muy deficiente
La gestión municipal en la materia es muy deficiente, se reproducen errores, no hay iniciativas más que las habituales. Se mantiene esa inercia de no hacer nada porque nadie denuncia ni presiona ni tampoco importa mucho, las reclamaciones son escasas, las promesas se sacan de los cajones para repetirlas, se protege lo que se ve y se protege mal. ¡Qué envidia de tantas ciudades cuya gestión de su patrimonio es modélica y han convertido su historia en el principal de los reclamos turísticos!
Me contaba Joaquín Sánchez en esas largas y plácidas charlas donde intentaba exprimir sus recuerdos, que un guiri a principios de los Sesenta salía cargado de cajas de material prehistórico de las cuevas de Puerto Rico. Nunca se supo su destino. Lo poco que se encontró por parte del grupo de espeleología fue a parar al ayuntamiento donde a principios de los 80 el entonces delegado de Cultura, Rafael García Conde, promovió la creación de una sala de arqueología en los bajos del antiguo cabildo.
Con el paso del tiempo y su abandono, la sala quedó desamparada y los materiales expuestos volvieron a sus cajas hasta que hace pocos años se instalaron unas vitrinas en el Cortijo de Miraflores, bajo la buena supervisión de Calixto Romero, que pasa desapercibida para casi todo el mundo pero que tiene un considerable efecto balsámico sobre algunas conciencias. Nuestro patrimonio arqueológico debió ser rico, nunca lo veremos en toda su dimensión y nos hemos contentado con una gran cantidad de fragmentos descontextualizados tras años de pésima gestión de las administraciones competentes.
Ejemplos de destrucción
Son tantos los ejemplos de destrucción conocidos que no voy a tener más remedio que tirar de hemeroteca porque la memoria falla, mis disculpas por los errores u omisiones que pueda tener. Aparecieron restos fenicios en Los Monteros en los años sesenta pero la zona no fue protegida hasta que se incluyó en el PGOU recientemente anulado, algo que de nuevo ha dejado todas las zonas arqueológicas desprotegidas y que ante un nuevo e inminente boom de la construcción puede traer muchos problemas.
A mediados de los noventa una tumba romana fue encontrada casualmente en el carril del Relojero, nunca se investigó su entorno como tampoco se investigó la zona de Artola donde aparecieron restos del Paleolítico Inferior.
Según me contaron en la desembocadura de Río Real, se halló un esqueleto fosilizado de un gran animal que fue destruido por la excavadora para evitar la paralización de la obra y años después se descubrió otro que pudo ser estudiado. Una excavadora hizo añicos el 95 por ciento de lo que pudo ser una colonia fenicia completa e intacta y que hoy nos conformamos con ese pequeño mocho que ha quedado como testigo.
Redescubrimiento de la necrópolis andalusí y la cabaña del Cobre
Aún recuerdo el descubrimiento de la necrópolis andalusí y la cabaña del Cobre a los pies de Cerro Torrón con motivo de la vigilancia previa a la construcción de la autopista. Se excavó de urgencia y se hizo bien pero lo que me llama la atención es el abandono de una de nuestras joyas patrimoniales, la fortaleza. Estuve hace unas semanas por allí solo para ratificar lo que sospechaba.
El abandono sigue siendo total y progresivo; los muros se están cayendo; la vegetación lo está sepultando y las visitas de expoliadores continúan siendo habituales. ¿Inversión en su mantenimiento, limpieza o rehabilitación? Cero euros pese a que ostenta ese pomposo título de Bien de Interés Cultural que más que un reconocimiento parece una condena. Dicen que en una pequeña cueva cercana unos expoliadores hallaron una buena colección de monedas. Donde hay una fortaleza siempre hay buenos alrededores aún así seguimos igual que cuando se le otorgó la protección máxima.
Cueva de Pecho Redondo
Lo mismo sucede con la cueva de Pecho Redondo, también BIC cuyas pinturas rupestres sobreviven custodiadas por una reja y el cercano farallón de Puerto Rico y los restos romanos dispersos encontrados por arriba del hotel Don Miguel. Salvo por el reciente, interesante y concienzudo trabajo de Javier Soto sobre Puerto Rico, pasan los años sin que avancemos un ápice.
Continuemos hacia el oeste, ¡vaya lío mediático se formó con la alquería andalusí de Nagüeles!, la necrópolis fue destruida al abrir una calle, donde estaba el poblado existe un aparcamiento, de la atalaya ya no queda prácticamente nada. Nunca se estudió, nada se hizo.
Algo más se consiguió con Cerro Colorado, además de certificar la destrucción de la fortaleza prerromana desmochando el cerro por completo por supuesto para urbanizarlo. Se pudo realizar una prospección en sus laderas que tuvo como resultado un fantástico tesoro de monedas que actualmente lucen espléndidas en el museo de Málaga. A toda prisa la zona se declaró BIC a pesar que muchos años antes se conocía su existencia.
Ataque contra la Medusa de la Villa Romana de Río Verde
Un caso curioso y que pasó desapercibido en comparación con el ataque contra la Medusa de la Villa Romana de Río Verde fue el de la destrucción de su entorno. Una mañana, una llamada me avisaba que una máquina excavadora lo estaba arrasando. Que incluso uno de sus muros y la valla se había visto afectada. Resultó que nuestra denuncia fue archivada por el juzgado. Todo era legal porque solo estaba protegido lo que era de muros hacia dentro. Muy amable la dueña del inmueble donde se realizaban las obras me llamaba por teléfono para decirme que ella estaba pendiente por si aparecía algo.
Con el tiempo alguien se dio cuenta del grave error administrativo y se protegió toda la urbanización, cuando ya estaba prácticamente urbanizado y por supuesto destruido. Un día me enseñaron una fotografía de un bello busto encontrado en la urbanización que está en manos privadas ¿sabemos en realidad lo que hemos perdido?
Incompetencia, desidia y negligencia
Hay muchos más ejemplos, todos vinculados a la incompetencia, desidia y negligencia. Casi siempre con motivo de promociones inmobiliarias. Estremece imaginar todo lo que hemos perdido en el casco antiguo, aunque frente a la vorágine de destrucción siempre hubo ciudadanos comprometidos que avisaban en cuanto veían algo. Que ejercían de vigilantes cuando nadie desde el ayuntamiento movía un dedo.
Marbella siempre ha mirado con recelo la arqueología. Tenemos incrustado en nuestro acervo que nada ni nadie debe entorpecer la creación de riqueza, cuando la riqueza la teníamos en el subsuelo. Lo de esta ciudad es un caso singular. Teníamos patrimonio arqueológico abundante y de calidad, algo que ya quisieran para sí muchas ciudades y nos hemos dedicado a dilapidar ese patrimonio. A quedarnos con varios yacimientos que al menos podían estar bien conservados.
Parque arqueológico
Recuerdo cuando en los años 90 reivindicábamos la creación de un parque arqueológico en los restos de la Basílica de Vega del Mar incluyendo la población que había a su alrededor y los depósitos de garum cercanos. Pero como sucedía con la villa romana solo estaba protegido el perímetro de la basílica lo que permitió la construcción alrededor (lo mismo ha pasado con Las Bóvedas) en lo que probablemente habría sido uno de los yacimientos arqueológicos más valiosos de Andalucía. Hoy de lo que se habla es de merenderos, más excavadoras y mucha ineptitud política.
Dedicado a todos esos arqueólogos de vocación que participaron en la salvación de lo que se pudo.
Marbella les debe mucho».
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